Iglesia-y-Convento-de-San-Agustín-Antigua-Guatemala.-Foto-Luis-Toribio
Su construcción inició un 28 de enero de 1657. Foto: Luis Toribio

 

Este monumento se ubica entre la 7ma. Avenida Sur y 5 Calle Poniente. Verle Annis, en su libro   “La Arquitectura de La Antigua Guatemala” (1543-1773) revela, que en  1610, llegó procedente de México el primer fraile agustino a Santiago de los Caballeros de Guatemala, hoy La Antigua Guatemala.

En ese mismo año, regresa a México para solicitar al Rey y a las autoridades eclesiásticas el permiso para erigir un nuevo convento en la ciudad que había dejado atrás.

En 1611, de regreso a la Ciudad de Santiago de los Caballeros requiere la autorización para fundar la edificación conventual, pero esta, le fue negada por el Alcalde al considerar que no era necesario establecer un quinto convento.

Cuatro años después llegan de México 11 religiosos más para establecerse. Para 1637, el arquitecto Juan Pascual presenta los planos de lo que sería el conjunto monumental. El Ayuntamiento concede el permiso de construcción al fraile agustino, y con la ayuda de un acaudalado ciudadano inicia la edificación de la Iglesia y Convento de San Agustín, un 28 de enero de 1657.

La fachada principal de la iglesia y sus 5 efigies era complementada por una pequeña fuente en su atrio –que en la actualidad ya no existe-, mientras que en el interior de su convento contaba con una arquería de dos pisos. Sus jardines y huertos se extendían hacia el Oeste, llegando a lo que hoy es la Alameda Santa Lucía.

Los terremotos de 1751 le ocasionaron daños considerados, pero los de 1773 causaron casi su destrucción, la cúpula del altar mayor colapsó en el terremoto de 1917, quedando solamente en pie, los muros que hoy vemos.

Registros indican que en 1938 estos alojaban una carpintería y un corral para bueyes, pero,  luego de ser declarada La Antigua Guatemala Monumento Nacional -en 1944-, el lugar fue desocupado.

Iglesia de San Agustín Foto Juan José de Jesús Yas
Foto: Juan José de Jesús Yas

En el esplendor de su época se menciona que en su interior poseía bellos altares y  suntuosas pinturas del artista Antonio de Montúfar. Pese al terremoto de 1976, sus dos fachadas conservan el legado de unas manos que trazaron una obra arquitectónica de inicios del Siglo XVII.